Rueda de silla eléctrica junto a una rueda de Harley Davidson

El sexo sobre ruedas

Acabo de despertarme de la siesta. Me siento excitada. Dentro de 10 minutos vendrá mi asistente personal a levantarme, así que le voy a pedir que me bañe. Creo que esta noche voy a salir a tomar una copa.

Después del baño, he querido arreglarme. Me ha maquillado mi asistente y le he pedido que me ponga el conjunto de color negro de encaje, que lleva un reborde rojo. Me siento muy sexy con ello puesto. Me ha pintado los labios de rojo pasión y … ¡mmmmmm! Están ávidos de deseo.

Con los años he aprendido a quererme mucho, y bien. Encuentro muy atractivo mi cuerpo y, mi sexualidad puede ser muy placentera. Me gusta desear y sentirme deseada.

Ya son las 00:00 h y acabo de entrar al pub con mi asistente. Pido una copa de Baileys. Mientras mi asistente me apoya la copa, por el cristal de la misma percibo un tipo muy varonil al final de la barra. Lo encuentro exótico: lleva unos vaqueros ajustados que realzan maravillosamente “sus partes”, una chaqueta de cuero negra, un pañuelo de cuadros en la cabeza que le facilita que su cabello no le caiga sobre sus ojos… ¡Uaaaaaauuuu, parece un motero!

Como soy atrevida, le digo a mi asistente que regreso en un rato. Me dispongo a “atacar”. Observo que está bebiendo una copa de whisky. Me aproximo a él con mi silla de ruedas electrónica. Paro muy cerca suyo, casi rozándole pero sin darle ningún golpe. Él está de pie y gira ligeramente su cabeza hacia a mí y me sonríe. Aparta los asientos para hacerme espacio. Yo, le doy las gracias y empiezo a darle conversación. Sus ojos verdes penetrantes no se apartan de mi regazo mientras le voy hablando. Me encanta su mirada, y sus manos grandes hacen que las desee. ¡Cómo me apetecería que esas hermosas manos recorrieran todo mi cuerpo!

Me explica que conduce una Harley Davidson y que es su pasión. ¡Qué casualidad! Los dos viajamos sobre ruedas por la vida, jajaja. Como veo que tenemos ganas de charlar, giro suavemente mi silla para hacerle un gesto a mi asistente, quien se acerca muy discretamente para traerme la copa de Baileys empezada. Le pido al motero si quiere ser él quien me siga dando de beber, quien accede muy amablemente. De hecho, llega un momento en que derrama un poco de bebida por mi escote y, claro, me lo limpia con sus propios dedos, como quien no quiere la cosa. ¡Qué momentazo, por favor!
La noche sigue transcurriendo y ya íbamos por nuestra tercera copa. Había cogido una silla y se había sentado a mi lado para estar a mi altura. Acercaba su boca hacia la mía pidiéndome un beso. Nada deseaba más en ese instante.

Avanzada la velada, decidimos que Dani, que es como se llamaba, viniera a mi casa a tomar una última copa. A los dos nos apetecía seguir charlando e ir intimando un poco más. Yo, había ido al pub en coche, conducido por mi asistente, por lo que volví a girarme para hacerle la señal de que nos íbamos. Dani nos seguiría en su moto.

Al llegar a casa, mi asistente se marchó y, en la sala de estar ya se encontraba preparada, esta vez, mi asistente sexual. Invité a Dani a Whisky, y mientras le echaba un vistazo a mi colección de música, mi asistente sexual me desnudaba y me ponía un picardías violeta intenso. Ella se quedó en la habitación que tengo para mis asistentes. Yo regresé al lado de Dani y le pedí que subiera el tirante del camisón. Ello dio pie para que empezase a acariciarme toda la espalda, cuello, pechos y…, que con su lengua buscase mis pezones, los cuales comenzaban a estar muy excitados.

Cuando estoy sentada tengo una movilidad distinta de cuando me encuentro en la cama, así que decidimos besarnos, acariciarnos, y desnudarnos solo de la parte de arriba, estando yo sentada. Dani cogía mis manos para ayudarme a acariciarle. ¡Ufffffffff, qué cachonda me estaba poniendo! Mi posición era perfecta para que Dani estuviera sentado enfrente mío dándome su espalda que yo acariciaba con mi lengua. Al llegar a su nuca no pudo evitar tener una primera erección.

Era tanta la excitación que teníamos que empezó a acariciarme el clítoris, forzando mis braguitas, que ya se encontraban bien húmedas. Decidimos pasarme a la cama con la grúa, instrumento con en el que habitualmente se me realizan las transferencias. Mientras me pone el arnés, sigue comiéndome los pezones. Su sexo está muy marcado. ¡Qué placer! Cuando me tiene colgada me mordisquea las nalgas y con su lengua aprieta para buscar mi ano…
Me tumba en la cama y, cuando me tiene acostada, empieza a quitar las cintas del arnés, y se da cuenta que con el hierro de la grúa puede tocarme los pezones, produciéndome escalofríos. Le gusta ver mi cara rebosante de placer. Me arranca las bragas con sus manos. Quiero que se quite el bóxer de una vez. Lo hace y su miembro queda al descubierto. ¡Mmmm, quiero probarlo! Se acerca a mí con una sonrisa pícara y, aproxima su pene a mis pechos, para acariciar mis pezones, y va subiendo hasta llegar a mi rostro. Me invita a que le dé mimos y besos. Mi lengua juguetea con el glande. Su sonrisa es inmensa y me pide entrar en mi boca. Yo también estoy deseosa de hacerlo, mientras miro sus ojos destrozados de placer. Así pasamos un rato, y nos sentíamos tan bien, que no queríamos parar. Hicimos varias posturas, pero la del 69 es especialmente gratificante.

Personalmente, me gusta disfrutar de vez en cuando prácticas sexuales poco ortodoxas. Paramos un momento y, mientras a Dani le urge ir al baño, yo llamo a mi asistente sexual para que me ponga el conjunto de cuero y saque el látigo. Mi asistente se retira y Dani regresa a mí haciendo una gran carcajada.

Quiero jugar con él y darle mucho placer. Yo seré la dómina. Como mi cama es articulada, le pido que me incorpore y que me ponga el antifaz. Sigue riendo, sin embargo le obligo a que deje de hacerlo. Desea desnudarme de nuevo, pero esta vez no se lo permito. Apenas tengo fuerza en mis manos para azotarle, pero Dani me ayuda a hacerlo. Su precioso culazo se mueve y, por tanto, también su pene… ¡Quiero que me proporcione un gran orgasmo! El látigo me cae un par de veces, y a modo de juego, Dani tiene que recogerlo como una de sus obligaciones. Le pido que me ponga las pinzas vibradoras en mis pezones y, que coja el mando a distancia y lo active. No para de reír y su cara excitada proporciona mucha satisfacción. Este juguete erótico tiene dos posiciones y quiero que ponga la máxima vibración. Yo me retuerzo de placer. Dani quiere abalanzarse sobre mí, pero yo quiero seguir masturbándome a través suyo, desde la distancia. Poco a poco, se acerca a mí y me cambia de postura. Sigue activando las pinzas, pero no se puede contener y me lame con su lengua. Me ha dejado ladeada, y empieza a darme pequeños azotes en mi culo. Ese pequeño dolor me excita más todavía.
Parecía que no, pero finalmente pasamos toda la noche juntos. Estábamos tan cansados que necesitábamos dormir un poco. Aun así, y de manera tranquila, de vez en cuando seguía dándome besos en los labios y acariciando mis senos. Se hicieron las 11:00 y yo tenía que levantarme. Así que le expliqué que necesitaba que entrase un momento a la habitación la asistente personal de las mañanas. Dani tenía tanto sueño que pidió quedarse en la cama, si no molestaba.

Me tuve que arreglar y marchar rápidamente. Tenía que impartir una conferencia de filosofía. Me quedé a comer con las personas que habían organizado dicho evento. Una de ellas era una buena amiga y, me dijo que me encontraba particularmente radiante. Me dijo que se me notaba mucho cuándo había follado por la noche. Esta vez, era yo quien sin articular palabra, daba grandes carcajadas.

Finalmente, estuve de regreso sobre las 18:00 y, al entrar en casa, Dani ya no estaba. Tan solo había quedado su rastro en el olor de las sábanas. Presté atención y en la mesita de noche tenía una nota. Me había dejado su Skype y me pedía un reencuentro sexual en el ciberespacio, jajaja.
Aunque me gusta especialmente mantener relaciones sexuales piel con piel, tampoco descartaba hacer cibersexo. Soy una mujer activa sexualmente hablando y, cuando no tengo ningún ligue, le pido a mi asistente sexual que me ayude a masturbarme, por lo que hacerlo ahora mismo delante de una webcam no me supone vergüenza alguna. Me apetece que se ponga cachondo para mí, viéndome. De hecho, hemos quedado ya varias veces por este medio. Dani me pide que haga todo lo posible para procurarle una gran excitación y quiere correrse conmigo. Lo hemos conseguido el último día. En mi caso, y para ir desnudándome y “tocándome” todas las partes que me pedía, he necesitado el apoyo y presencia de mi asistente sexual, quien iba estimulándome las zonas que Dani iba indicando. En el momento de corrernos mutuamente, la asistente sexual, necesariamente tenía que estar presente para excitarme el clítoris y la vagina. A Dani no le importaba su presencia, porque comprendía que en ese instante ella era mis manos, así que empezó a frotarse fuertemente el pene, deseando expulsar todo su semen, y deseoso de que yo también extrajera todos mis fluidos.

El otro día, volvimos a repetir y, me parecía sumamente divertido. Había puesto el ordenador en su garaje. Quería excitarme, haciendo locuras encima de su moto, jajaja. Definitivamente, el sexo sobre ruedas es una combinación perfecta. Nos hemos estado viendo todos estos meses, tanto por Skype como en persona. ¡Su Harley-Davidson y mi Quickie Samba se compenetran!
Creo que me estoy enamorando, pero tampoco una relación seria ahora mismo. Nos hemos planteado una relación abierta, ¿poliamorosa? Puede que sí. La idea de que seamos un trío, me parece algo muy erotizante. El requisito es que esa segunda persona, otro varón, también “lleve ruedas”. Jajaja…, hemos encontrado a un ciclista.

Dani y yo, hemos estado viajando por el sur de Francia y, allí, en el hostal donde nos alojamos, encontramos a este aventurero sobre dos ruedas. Era un tipo que desprendía mucha sexualidad. Parecía que fuese acompañado de otra ciclista, o que tuviesen algún rollo, sin embargo, y como estábamos muy borrachos/as, le propuse si quería ayudarme a acostar y, accedió. Como no llevaba la grúa portátil, y le dije a mi asistente personal que no le necesitaba, entre el ciclista y Dani tuvieron que cogerme en brazos y ponerme en la cama. El ciclista cayó sobre mí y comenzamos a modernos los labios. Dani, suavemente le iba desnudando y, al final, los tres estábamos desnudos. Aquello fue brutal. Dani me lamía locamente el coño y el ciclista enloquecía de placer con mi boca y mis pechos.

Aquella noche fue inolvidable. Formamos un trío perfecto. Han pasado unos meses desde entonces. Yo, sigo haciendo mi vida. Dani ya no vive aquí, pero me visita con frecuencia y, por Skype seguimos teniendo momentos placenteros. El ciclista, que nunca supimos su nombre, desapareció, pero su recuerdo será imborrable.

Estoy tomando una copa de baileys en el pub de siempre. Noto que alguien se acerca a mí y me pide sentarse a mi lado. Esas manos grandes, cogiendo mi copa y, al levantar mi mirada, viendo sus ojos penetrantes y verdosos, hacen que mi corazón palpite intensamente. Es Dani, quien provocando de nuevo una gran carcajada, le dice a mi asistente personal que ya se puede marchar, que su jornada ha finalizado por esa noche. Sin que yo diga nada, me sujeta la cabeza dándome un gran beso y me dice, susurrándome al oído: “¿Qué tal nena? ¿ follamos esta noche? ¿mantenemos sexo, rueda con rueda? jajaja”. Esta vez me pide que nos vayamos rodando a mi casa y que al día siguiente él mismo irá a recoger mi coche. Lo que empezó siendo un ligue nocturno, se ha convertido en una historia de amor y pasión interesante.

ARNAU RIPOLLÉS, Mª. S. (2014): «El Sexo sobre ruedas», en AAVV (2014): Colección Deseo. Vol. 3. 7 Relatos excitantes. Editado y distribuido por DISLIESIND. Págs. 11-18.